domingo, novembro 16, 2008

Obama e o compromisso com a Biblioteca Escolar

En el año 2005, cuando todavía era senador demócrata, el Presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, pronunció un discurso ante la Amercian Library Association, Bound to the word, "vinculado a la palabra", que supone uno de los alegatos políticos más concluyentes y comprometidos en favor de la lectura, la educación pública y las bibliotecas que haya podido leer o escuchar en los últimos años, un análisis perentorio que, despojado de la retórica patriótica o religiosa, obligatoria en norteamérica, aboga por una acción concertada y decidida de los poderes públicos para aminorar mediante la educación en la escuela pública, los programas de alfabetización y la promoción de la lectura y el contacto con los libros las desigualdades sociales que están en la base del fracaso o del éxito escolar, del fracaso o el éxito personal y profesional.


El discurso, pronunciado ahora hace algo más de tres años, gira en torno a tres grandes ideas: la promoción de la lectura como eje básico en torno al cual gira el desarrollo integral del ser humano; el papel que las bibliotecas, las escuelas, las familias y el Estado tienen en la consecución de ese objetivo; la caracterización de la biblioteca como espacio de conocimientos y libertades donde debe fraguarse el intelecto crítico de cada lector.



"Porque creo que si deseamos proporcionar a nuestros hijos las mejores posibilidades en la vida, si queremos abrirles las puertas a diversas oportunidades mientras son jóvenes y enseñarles las competencias que necesitarán para tener éxito más adelante, entonces una de nuestras más altas responsabilidades como ciudadanos, como educadores y como padres será asegurarnos de que cada niño norteamericano pueda leer, y pueda leer bien. La alfabetización es la divisa más fundamental en la economía del conocimiento en la que hoy vivimos". "La lectura" -insiste y remacha algo más adelante, sin titubeo alguno-, "es la competencia fundamental que hace el resto del aprendizaje posible, desde los problemas complejos con palabras y el significado de nuestra historia hasta los descubrimientos científicos y la excelencia tecnológica. Y, a propósito, es lo que se requieren para hacernos verdaderos ciudadanos", porque es cierto que hay que añadir la dimensión política de la lectura a su dimensión instrumental.



Una de las primeras decisiones que deberá ratificar su posición teórica será la de la cantidad destinada a financiar programas como el Improving Literacy through School Libraries, versión norteamericana de nuestras inexistentes bibliotecas escolares, fundamento indiscutible de la alfabetización infantil cuando la familia, sobre todo, no está en condiciones de proporcionar a sus hijos el capital cultural de partida necesario para que su trato con los libros tenga la familiaridad del que disfrutan los hijos de clases más acomodadas. Si hemos de creer en sus intenciones, vale la pena leer sus palabras: "los niños procedentes de familias con bajos salarios obtienen notas 27 puntos por debajo de la media de competencia lectora mientras que estudiantes de familias más acomodadas obtienen puntuaciones 15 veces por encima a la media. Mientras que solamente uno de cada doce jóvenes blancos de 17 años posee la competencia lectora suficiente para coger un periódico y entender la sección de ciencia, para los hispanos, la cifra es de 1 entre 50 y entre los afroamericanos de 1 entre 100".

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